Hola soy Kika
Como todo lo bonito, mi historia comienza con un sueño…
La creatividad es algo que siempre me ha acompañado en mi vida.
También mi pasión por la naturaleza, la fuerza del mar con su vaivén que acaricia mi alma, su espuma sobre mi piel, el agua salada y el alma lavada.
Ver el amanecer con su sol espléndido desde mi pequeño paraíso (mis boliches que es hogar y familia). Todo me ha inspirado a dar forma a algo que quiero expresar de esta manera.
Trabajo para ti desde un pequeño taller situado en Úbeda, un pueblecito lleno de encanto que además es patrimonio de la humanidad.
Aquí nací hace 46 años y sus calles me han visto crecer y jugar, porque tuve la suerte de tener una infancia como las de antes: de hoyo (bocata) de pan con aceite y chocolate, muchos niños en la calle sin otra cosa que no fuera nuestra imaginación, la goma de saltar, la comba y la pelota.
Me formé en la docencia y soy directora de un pequeño centro educativo de la Junta de Andalucía, donde cada día trabajo con 23 niños y niñas, que siguen haciendo que mi creatividad no muera.
Además tengo la suerte inmensa de estar rodeada y poder contar con un equipo que son familia, amigas, hermanas… mis ángeles de Charlie.
Madre de tres hijos que me han dado la vida a mí: Alberto, Carmen y Claudia el motor de todo, mi lucha, mi esfuerzo, mi sentir… Han crecido, se han formado y ahora ellos van escribiendo sus propios capítulos de vida.
Un día sentí la necesidad de desarrollar algo que me identificara y que llevara Kikimaygo como nombre. Fabricar velas de hadas por su naturaleza, inspiración y creatividad y que de algo simple surgiera la magia.
En casa me llaman Kika: mi infancia fue una de las etapas más felices de mi vida en el quejigar rodeada de árboles, recogiendo moras, higos y hortalizas.
Tenía escapadas matutinas y siempre estuve en contacto con el campo, con los sonidos de los animales en su hábitat natural, olía a tierra mojada al regar mi madre el porche y nos encontrábamos una mesa llena de manjares matutinos, rodeada de familia y amigos.
Todos estos recuerdos no podían quedar en el tintero y así nació Kikimaygo: recuerdos de infancia que me nutren y recuerdan, que todos los días tenemos una nueva oportunidad, que hoy es un buen día para ser feliz, para avanzar y seguir.
Habiendo vivido en un entorno tan natural mi trabajo tenía que ser artesanal, tener todos esos aromas y elementos y estar hecho con mucho amor. Quiero que cada persona que lo reciba sienta esto para que cale en su corazón.
La transformación es parte de la vida y sirve para avanzar, como la luna y sus fases, como el árbol en otoño o como el gusano que se convierte en mariposa. Lo curioso de las cosas bonitas es que a pesar del cambio no pierden la esencia, como las plantas que uso en mis producciones, y agradezco cada día a todos los que están a mi lado.